Las normas de antes y las de ahora. Se trata de un debate muy interesante que tengo habitualmente con mis padres. Y seguro que también lo voy a tener con mis hijos. Estoy seguro de que no van a tardar en sacarlo a la luz en cuanto tengan uso de razón.
Las normas de antes y las de ahora
Hay cosas que se creían en el pasado que tienes que empezar a desterrar desde ya. Y es que en el pasado (un pasado no tan lejano) mis padres, por ejemplo, me decían que si estudiaba con ahínco, podría conseguir no solo sacarme una carrera, sino también un buen puesto de trabajo. Hoy en día, me he percatado de que a veces no basta con una buena formación para salir de la precariedad.
También me comentaban mis papás que el matrimonio era para toda la vida. Y para mí eso ya no va a ser posible, al igual que en el caso de muchos amigos. Lo de tener un mismo trabajo para toda la vida casi que también lo puedo ir olvidando. Ahora he de estar espabilado no solo para cambiar de trabajo en cualquier momento, sino también de funciones o lugar para ejercerlo cuando la empresa me lo diga.
Además, mis padres me solían asegurar que yo iba a vivir mejor que ellos. Y la verdad es que no sé qué decir al respecto. Cobro menos, mi casa es más pequeña que la de ellos, tengo menos tiempo libre… En fin, seguro que todo no puede ser tan malo.
Cosas que antes hacíamos y ahora no
Mis padres suelen poner mucho en su boca una referencia: las cosas que antes hacíamos y ahora no. Te voy a contar a qué se refieren.
Se refieren, básicamente, a que jugaban más en la calle. No como ahora, que los chavales están empantallados… Así es como tienden a rematar esta queja.
También tienen claro que, cuando ellos eran jóvenes, se respetaba más a los mayores. Por eso, ahora creen que a ellos no se les tiene la misma consideración que ellos dispensaban, de críos, a los adultos.
Asimismo, se sienten más trabajadores y sacrificados. Es cierto que entonces había menos distracciones, pero yo les aseguro que, al menos por mi parte, también pongo un gran empeño en mi carrera laboral y académica.
Otra cosa que les llama la atención es cómo cambian las modas. Y, en este sentido, tengo que recordarles que ellos también han llevado pantalones de campana y hombreras. Aunque ahora no lo quieran reconocer y escondan las fotos con esas pintas que antes tenían por casa…
En resumidas cuentas, mis padres son de los que gustan decir, más de la cuenta, que cualquier tiempo pasado fue mejor, que las cosas buenas de antes no tienen precio. Sin embargo, en el fondo, saben que tampoco tienen toda la razón.
Las cosas buenas de antes que podemos aprovechar
No se trata de blancos y negros, sino de disfrutar de todos los matices del gris. Ni antes las relaciones entre padres e hijos eran un remanso de paz ni ahora son un infierno total. Es el momento de poner en valor el esquema filosófico de la tesis, antítesis y síntesis. ¿Me sigues?
Seguro que es posible sacar algunas conclusiones positivas de este diálogo entre dos generaciones. Y fijo que tú, igual que yo, lo vas a poder optimizar en la relación que tengas con tu hijo. Así que ahí van algunas reflexiones. Creo que se me está poniendo un poco la cara de mi padre…
Lo primero que quiero copiar de mis padres es la enseñanza de la contención. A mí me sirvió de mucho que no me dejaran hacer todo lo que quería la primera vez. Me di cuenta de que no todo podía ser como yo quisiera.
Por otro lado, mis padres me inculcaron los valores de la perseverancia y del esfuerzo. En un mundo de chavales que ya no son migrantes en las nuevas tecnologías, quiero que mis hijos tengan claro que también han de ir a la biblioteca y bucear en las páginas de los libros.
Y, por último, como ahora todo está más a mano (también para jugar), deseo invitar a mis chavales a que sean creativos. A que no se centren en los juguetes ni los contenidos digitales. Seguro que son capaces de crear divertimentos imaginativos, como los que les pueden contar sus abuelos.
Las normas de antes y de ahora, un debate que tienes que afrontar con apertura de miras y respetando el pasado. Recuerda: tesis, antítesis y síntesis.
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