El estrés es un problema tan frecuente que incluso es considerado como la enfermedad del siglo XXI. Cada vez, se exige más de nosotros y el ritmo de vida que llevamos se acelera día tras día suponiendo un impacto muy fuerte sobre nuestro organismo. Las consecuencias del estrés en la salud son perfectamente conocidas, sin embargo, sus repercusiones sobre la seguridad vial no tanto.
El conductor no solo sufre el estrés que deriva de circunstancias vitales, sino que además debe lidiar con el que se genera a la hora de conducir, otra fuente de estrés. Las causas más comunes que pueden producir estrés al volante son la elevada densidad de tráfico, el aparcamiento, el ruido, las prisas, efectos ambientales, incorporaciones y rotondas, entre otros.
Reconocer las tres etapas del estrés
Debemos tener en cuenta que cualquier maniobra peligrosa o inesperada en el tráfico puede desencadenar en reacciones de defensa, hostilidad, tensión, agresividad o ansiedad. Unas reacciones que pueden suponer un gran peligro en la carretera. Para nosotros mismos y para quienes nos rodean.
Para poder prevenir y reaccionar al estrés mientras estamos al volante, consideramos muy importante reconocer las tres etapas en que se puede manifestar:
- Reacción de alarma: En esta primera fase, el cuerpo moviliza gran cantidad de energía. Aumentan los niveles de adrenalina y de glucosa en sangre, se incrementa la tasa cardíaca, la tensión arterial, el tono muscular, la respiración, etc. Nuestra mente centra la atención directamente sobre el elemento estresor, desatendiendo el resto de información del ambiente. Por ello, nuestra percepción, atención y toma de decisiones se ven alteradas. Esta respuesta de nuestro cuerpo genera comportamientos peligrosos para la conducción:
Nos volvemos más competitivos y agresivos, lo que se puede interpretar como provocaciones al resto de conductores.
Somos más impulsivos y menos pacientes, lo que hace que tendamos a aumentar la velocidad, disminuir la capacidad de anticipación y cometer errores en la toma de decisiones.
Nos hace ser imprudentes y temerarios, generando una menor percepción del riesgo
- Fase de resistencia: En esta fase, las respuestas físicas y psíquicas del estrés se mantienen, aunque de forma menos intensa que en la primera fase. Es frecuente experimentar una menor tolerancia a la frustración. Por lo tanto, cualquier contrariedad que se de en el tráfico, por pequeña que sea, puede alterarnos más de lo esperado.
- Fase de agotamiento: Si la situación generadora de estrés se prolonga en el tiempo, acabaremos sintiendo un profundo agotamiento. Este se manifiesta en un deterioro en el rendimiento, provocando una circulación en carretera muy peligrosa:
La toma de decisiones es mucho más lenta.
Tendremos dificultad para mantener la atención y, por tanto, mayor posibilidad de distracción
Aparecerá la fatiga
Podremos sufrir alteraciones del estado de ánimo
Incrementará la posibilidad de actuar de forma temeraria
Consejos para prevenir los efectos del estrés
Si antes de subir a nuestro coche, reconocemos que estamos pasando por un momento de estrés, la mejor decisión será evitar conducir, en la medida de lo posible, y acudir a un profesional.
Desde Zurich Klinc, os proponemos una serie de recomendaciones para atenuar algunos de los efectos del estrés durante los trayectos con tu vehículo:
- Planear el viaje o desplazamiento con tiempo adicional.
- No imponernos una hora determinada para la llegada.
- Circular a la velocidad que nos encontremos más cómodos.
- Aceptar las circunstancias del tráfico.
- Tener paciencia con el resto de los conductores, manteniendo la distancia de seguridad.
- Evitar discusiones con los acompañantes.
- Controlar la temperatura dentro del vehículo.
- Conducir pensando en las propias acciones.
- Tener pensamientos positivos.
- Escuchar música relajante.
- Mantener un estilo de vida saludable: dieta equilibrada, ejercicio físico, buen descanso.
- Evitar el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas y tener precaución con el consumo de estimulantes como el café o el té.
Como hemos visto, el estrés es un mal aliado para la conducción y debemos evitar, a toda costa, experimentar el fenómeno conocido como estrés perceptivo, el cual nos impedirá captar todos aquellos estímulos de nuestro entorno que nos permiten mantener una conducción segura.
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