Celia Fernández se ha convertido en una celebridad de los deportes. Es la primera española en competir en “High Diving”, una especialidad de clavados a 20 metros de altura, y este año llegó a las finales del Mundial FINA Gwangju 2020. Por más temerario que suene lanzarse de acantilados en diferentes lugares del mundo, la ingeniera de telecomunicaciones no pierde su sonrisa y nos cuenta en esta entrevista, de una manera amena y relajada, cómo se inició en esta actividad y cómo es su vida llena de adrenalina.
¿Qué sientes cuando vas a saltar?
Siento muchas cosas. Hay diferentes fases, sobre todo en los saltos de 20 metros, pues en los 10 metros lo tengo más dominado. Miedo, el miedo está siempre ahí. Es bueno tenerlo porque te obliga a estar más consciente y no relajarte ni cometer errores. Pero al mismo tiempo hablo conmigo y me doy confianza. A veces digo: “Has entrenado para ello, lo tienes de la mano y lo sabes hacer”. Trato de espantar a los fantasmas que están en la cabeza. Luego el momento del aire, durante el vuelo, todo es libertad, disfrute, adrenalina. Es complicado explicarlo, pero es llenarte por dentro y sentirte súper vivo.
¿Cómo fueron tus inicios en el high diving?
Empecé haciendo gimnasia artística desde pequeñita. Era la típica niña que se montaba en los árboles y le dije a mi familia que quería hacer “gimnasia de monos” (sonríe). A partir de ahí, desde los ocho años, no he parado hasta ahora que tengo 31. Competí en gimnasia hasta el alto nivel, y en un momento hice una audición para una compañía de teatro parecida al Circo del Sol, y me tocó hacer saltos al agua. Después de probar me dije, por qué no me apunto en esta nueva experiencia. Empecé a hacer saltos, pero lo hacía por diversión y posteriormente me seleccionaron para el espectáculo y me fui a vivir a China, ahí empecé a hacer saltos de altura.
¿Cómo continuó el proceso de convertirte en atleta?
Después de dejar el espectáculo, volví a España a trabajar como ingeniera, pero me faltaba la adrenalina de los saltos y del espectáculo. Me preparé para la competencia de High Diving, mandé un video a los organizadores hasta que me eligieron. Soy la primera y única chica en España que practica High Diving. En el mundo somos menos de 25 chicas. Es un deporte minoritario que espera seguir creciendo. Siempre está el miedo. Es un deporte mucho más mental, 90% cabeza y 10% físico. No es fácil verte al filo de la roca. Si enfocado el objetivo y trabajas poquito a poco logras la meta.
¿Te sientes segura a la hora de tirarte? ¿Qué te da confianza?
Hago mucho trabajo mental. Relajaciones y visualizaciones de los movimientos en la cabeza, los repaso y me imagino lo que sentiría en cada etapa del salto. Me veo desde afuera. Esto ayuda mucho. Todo se trabaja poco a poco, no es que te subes al acantilado y haces la acrobacia. Es cuestión de ir asegurando y estar segura de lo que tu cuerpo sabe lo que tiene que hacer sin cometer errores. Siempre está ahí el miedo, con eso vivimos. Pero queda la satisfacción cuando lo superas y lo haces bien. Al final te engancha.
¿Cómo son tus entrenamientos?
Entrenamos en piscinas olímpicas de diferentes alturas hasta 10. También entrenamos fuera de agua en el gimnasio con camas elásticas. Hacemos mucha preparación física porque el impacto en el agua desde altura es fuerte en el cuerpo y si no tienes una musculatura fuerte y flexible tu cuerpo puede sufrir. También corro y hago yoga. En épocas de competiciones viajamos: a principios de año nos fuimos a Malta, donde hay muchos acantilados; luego a Suiza a Austria. Es difícil encontrar instalaciones adecuadas de más de 10 metros de altura en España. Lo bueno es que se desarrolla en espacios naturales.
¿Cómo compaginas tu trabajo de ingeniera con el high diving?
Desde que hacía gimnasia el estudio siempre era lo más importante. Las entrenadoras nos pedían que mostráramos las para dejarnos entrenar. Comencé mi carrera en la universidad, ya no competía en el alto nivel pero seguía con la gimnasia. Al día de hoy trabajo como ingeniera, tengo la suerte que mi empresa me da soporte. Hago un puzzle en la vida para cumplir. Esa falta de tiempo y tener que encajar todo hace que disfrute más cada uno de los momentos. Creo que aporta. Me gusta tener mi trabajo normal y mi trabajo loco.
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